lunes, 28 de noviembre de 2011

SEXORAMA. Sexo inesperado

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Una tarde estaba aburrido y decido ir al parque de diversiones cercano a mi casa.
Al llegar, lo primero que hago es ir a la noria, estando en la cola justo me toca un señor, así que nos montamos en la cabina. Una vez que comienza a subir veo que se toca la bragueta con descaro y me dice: “¿Quieres?”  lo miro a los ojos y le digo que si, se baja el cierre, aparta el interior y saca su grueso y oscuro pene entre el bluejean, lo tomo con una mano y con la otra deslizo el prepucio para descubrirle la cabeza, gruesa, brilante y de un rosado fuerte, comienzo a mamarlo suavemente hasta que la cabina comienza a descender y  me aparto. Nuevamente continúo introduciendo todo el pene en mi boca y succionando fuerte, cuando de repente se detiene la rueda y quedamos varados en lo más alto pues se va la luz en todo el parque.
Mientra la gente alrededor grita, el se va baja completamente el pantalón y agarra mi cabeza y me lo mete en la boca: “sigue”. Continuo mameandolo de arriba abajo haciendo presión con mi boca y el gimiendo de placer: “me vas a hacer acabar coño” y yo seguía, me detenía para hacerlo más suave y volvía darle duro, hasta que no pudo más, me apartó la cara, se agarró el pene y acabó hacia un lado de la cabina, cuando de pronto regresó la luz y su semen iba cayendo a toda velocidad hacia el suelo del parque donde había gente mirando hacia arriba, esperando.
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 Me provocó ir a la piscina de un hotel a pasar el día allí, tomar sol, descansar y relajarme.
Al rato con el calor, decido llamar al mesonero para que me traiga un refresco, una vez frente a mi veo que no me mira a los ojos sino a mi entrepierna. Pido el refresco y cando regresa vuelve a hacer lo mismo y cada vez que pasaba me miraba.
 Pedí algo para comer y repetía la misma operación; sus ojos se posaban en mi guevo. Cuando regresó con lo que pedí le di mi numero de celular, me escribió y le dije que quería tener sexo con él: “Espérame en el baño de la entrada que yo voy para alla, ahí no va casi nadie”.
Fui al baño, lo espere, llegó al urinario y sacó su guevo, era pequeño, normal, me agaché y comencé a mamarlo “uf si dale sigue así, que rico” se lo mamé con fuerza y rápido pensando que podría llegar alguien. Intentó acabarme en la boca pero me aparté, por la cantidad de semen que soltó y lo rápido que acabó, pensé que tendría días sin sexo con su esposa. En su dedo brillaba un anillo dorado que delataba su estado civil.
Enjuague mi boca y salí de ahí. Siguió atendiéndome y por supuesto le dejé propina.
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Luego de salir de un local con unos amigos donde bebimos hasta salir un poco borrachos, nos dirijimos al estacionamiento a buscar mi carro para djarlos en sus respectivas casas.
Les digo que me esperen afuera mientras busco el carro. Extrañamente el sótano está completamente a oscuras, se donde está el carro pues activo la alarma y se encienden las luces.
Al cruzar por una columna siento a alguien detrás de mí y me agarra por el cuello y me empuja hacia la columna. Su brazo izquierdo rodea mi cuello y mantiene mi cabeza pegada a la columna, en su mano derecha tiene una navaja que la coloca a mi costado:
“Te vas a bajar los pantalones, lentamente sin hacer nada extraño porque te entierro la navaja, te voy a coger mariquito” Mis pantalones junto con el interior se deslizaron por mis piernas hasta llegar a los tobillos. Él, como pudo sacó su pene, abrió mis nalgas y sin más nada que su animal fuerza lo metió. El dolor fue insoportable por unos segundos a tal punto que grité. “si vuelves a gritar te corto el cuello maricón”.
Una vez que lo metió todo, seguia dándome duro y me golpeaba contra la columna, en ese momento estaba disfrutando aquella violación, que permití. Lo sacaba y lo metía, una y otra vez. Lo tenía grande pues sentía como entraba y se hacía paso en mi culo.
“te voy a dejar la lechita adentro pa que te acuerdes de mi, loquita” empujó con más fuerza y acabó y volvió a empujar un par de veces más. Lo sacó, me pidió la billetera y el celular y arrancó a correr en la oscuridad.
Me monté en el carro, me temblaban las piernas, salí y se montaron. Nunca les extrañó que tardé en salir, entre la rasca y la habladera que tenían no midieron el tiempo. Fui todo el camino sin hablar, no conté nada…hasta hoy.

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