jueves, 23 de julio de 2015

SE ME ANTOJA QUERERTE 4


Débora y su mamá se levantaron más temprano que de costumbre para hacer varias diligencias, entre ellas ir a la comisaría para poner la denuncia contra Rendel, para luego ir a la fiscalía. También tenían que buscar unos productos para el salón de belleza pues en tres días reabrían la parte del local que se había quemado. Alejo se encargaría hoy de abrir el salón y en un chance libre terminar de pintar y acomodar los muebles nuevos que llegaron.


Alejo recién abría el local y ya tenía clientes esperando, estaba sorprendido de la buena acogida que había tenido la publicidad del salón de belleza. Ya los empleados estaban listos para atender a la gente y a otras personas que llamaban para anotarse en la lista para ser atendidas durante el día de hoy.

Su celular sonó, lo estaban llamando. Al ver la pantalla dio un suspiro y cerró los ojos. Era Régulo el bombero.

–<<Mi pana, te llamo para cobrarte el favorcito>> 
–<<Coño Régulo ahora no puedo, estoy en el salón de belleza y Débora llega más tarde>> 
–<<Bueno, cuando llegue te vienes yo estoy libre hoy>>

Hubo un silencio y luego respondió.
–<<Ok Régulo>> 
–<<Mi pana pero deja de enrrollarte, ya esto lo hicimos hace añales y yo te tengo ganas desde esa vez y más nunca lo hicimos>> 
–<<Exacto, eso fue hace tiempo y ya yo no estoy en esas>>
–<<Tranquilo que eso no se olvida, yo te pelo ese culo y verás como te acuerdas y me vuelves a coger como aquella vez, te espero, avísame>>
Cerró la llamada y tuvo que acomodarse el pantalón pues tenía una erección.. Al ver que estaba todo en orden se fue al local de al lado para continuar acomodando, le dijo a uno de los empleados que le avisara cuando algún cliente fuera a pagar.


Mientras estaba montado en la escalera pintando, alguien tocó en la puerta de vidrio. El reflejo no dejaba ver quien era y se bajó para observar mejor. Era Rendel. Se acercó a la puerta y le abrió.

–¿Qué coño quieres? 
–Verga primo así no se trata a la familia. Mi mamá te manda a decir que cuando puedas pases por la casa y le arregles unos enchufes. 
–¿Por qué no se los arreglas tú?
–Toy full ocupado papá. 
–No cero que hayas venido  a decirme sólo eso, podía haberme llamado mi tía directamente. 
–Es verdad bicho. Dile a tu noviecito que no le de por ir a denunciarme a la policía, porque yo no le quemé esta vaina, que averigue bien.
–Un poco tarde, ya está en la policía. 
–Ah bueno, dile al maricón ese que  se ande con cuidado.

Alejo lo agarró por el cuello apretándoselo con fuerza, la cara de Rendel se estaba enrrojeciendo. 
–Le vuelves a decir maricón y te mato mamaguevo y mosca si le tocas un pelo porque no te va a reconocer ni tu madre
–Lo soltó y le dio un empujón sacándolo del local.

Rendel sacó su arma y apuntó al vidrio de la vitrina, disparó haciendo añicos el vidrio y se fue. Los clientesse asustaron y hubo varios que salieron del local para no regresar.

Débora estaba la comisaría esperando su turno. Estaba nerviosa pero estaba acompañada por su madre.  Luego de un rato se acercó una mujer policía para informarles que ya las iban a atender que pasaran con el policía Pérez.

Cruzaron el pasillo. La comisaría era un hervidero de gente, todo el mundo hablaba, habían personas detenidas en unas pequeñas celdas que estaban al otro lado de la comisaría pero se escuchaban los gritos de los detenidos. Pedían que los sacaran, otros diciendo groserías y haciendo ruido con los barrotes. Débora estaba asustada.

Al entrar el policía estab viendo por la ventana que daba a la calle.

–Siéntese, ya la atiendo –Dijo sin voltear–.
Al girarse  vio a las dos mujeres sentadas, vio a Débora y se sonrió. A ella se le tensó el cuerpo al verlo. Era uno de los amigos de la pandilla de Rendel.

–Ah pero si es la Débora la peluquera. ¿No te dijo Rendel que no lo denunciaras? ¿Qué estás haciendo aquí?
–¿Quién es usted? –Dijo Desiré–.
–Es amigo de Rendel mamá.
–Así es doñita. 
–Vámonos mamá aquí no tenemos nda que hacer con este aquí. 
–Pero aquí hay otros policías, podemos denunciarlos.
–Ja, ja, ja doñita, no se moleste. 
–Vámonos de aquí, iremos a la fiscalía. Ustedes van a pagar por lo que han hecho. 
–¿Pero vas aponer la denuncia como Arquímedes o como Débora?
–¡Imbécil!  Te vas a arrepentir.

Salieron de la comisaría y en el pasillo se consiguieron con la mujer policía de antes.

–¿Las atendieron? ¿Todo bien? 
–No señorita, vinimos a poner una denuncia y uno de los denunciados es policía, si ustedes mismos tienen a los malandros aquí adentro, no hay nada que hacer, buenos días.

Se fueron a hacer otras diligencias de su local, ya irían en orro momento a la fiscalía. A Débora le temblaba el cuerpo como una hoja.
Desiré la detuvo en la calle para hablar con ella.
–Mi amor, cálmate, escúchame. ¿te acuerdas lo que nos pasó hace unos años? Salimos de eso y ahora no podemos decaer. 
–No me estarás insinuando que mate a Rendel. 
–Nooo, nooo, no, quiero que nos enfoquemos, no decaigamos, esa gente no va a poder con nosotros, vamos  a sentarnos  y ver como podemos meterlos presos.


Llegaron al salón de belleza y Débora le contó a Alejo lo sucedido, Aunque estaba sorprendido, Alejo sabía que ese amigo de Rendel es policía. Él también le contó lo que hizo Rendel en el local.
Se pusieron a trabajar y Alejo le dijo a Débora que iba a comer con Régulo, más bien invitarlo a almorzar para pagar el favor que les hizo con lo del incendio. Ella no estaba muy convencida, notaba algo raro en eso pero no le quedó más remedio que aceptar pues fue un inmenso favor el cambiar lo del siniestro.


Alejo llegó a la casa de Régulo. Tocó la puerta, este le abrió la puerta, sólo cargaba una toalla amarrada a la cadera.

–Ponte cómodo que voy por dos cervezas.

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