miércoles, 18 de noviembre de 2015

MALAS INFLUENCIAS. El ataque de la chica cocodrilo. #FrançoisSomosTodos



Era domingo en la tarde y decidimos quedarnos en el hotel sin hacer nada, yo me puse a ver televisión y no sé en que andarían los otros. Tomás hace rato había escrito para decirme si podía venir a mi cuarto a ver televisión, le dije que sí pero no se había presentado.

Una hora después del mensaje tocan a mi puerta. –Debe ser Tomás, que ladilla.– Pensé. No era Tomás era el botones.
–Buenas tardes, vine a traerle toallas limpias.
–Gracias ¿pero ese trabajo no lo hacen las camareras? –Terminé de decir la frase y se me vino encima. –Tengo ganas de que me cojas.
En ese momento me sentí el fornicador, el semental, todos quieren con François –Epa, epa, ya va, ¿pero que pasa?.

Me bajó el boxer y se arrodilló para mamarme el guevo. Estaba como desesperado y torpe, tropezaba los dientes con mi pipí –esa palabra me marcó– Pero me gustaba y lo dejé. Se puso de pie, metió una mano en el bolsillo y sacó un condón, se quitó los pantalones y se acostó en la cama como pollito en brasa con las piernas hacia arriba.

–Este culo es tuyo –Lo que les había dicho antes de cómo me sentía perdió vigencia cuando dijo eso. Me sonó tan marica, tan de hembra, “hazme tuya, hazme mujer”. De vaina y me baja el guevo pero es que ver aquello abierto no podía despreciarlo.
Me puse el condón y le escupí el culo hasta dejarlo mojado, le eché las piernas hacia atrás hasta dejarle el culo bien arriba para montarme encima y clavarle el guevo hasta las bolas. EL botones lo tenía entrenado, bastó que le metiera la cabeza y la vaina entró hasta el fondo. Sin remordimientos le empecé a dar bien duro.

–Pégame.–Me dijo en un momento de histeria y gemidos. Su cara estaba roja y sudada y volvió a repetir –Pégame.
Le di una cachetada. –Más duro. –Esta es una perra –Pensé, le volví a pegar.
–Más duro coño. -Yo le estaba dando duro por ese culo pero lo que quería era un cachetón.
Se lo dí con tal fuerza que me dolió la mano y comencé a darle más duro y ya estaba completamente sobre él.  En mi estado de total excitación no me había fijado que el carajo se había desmayado. No sé si por el cachetón que le dí o el agite de mi cogida. Me detuve y le saqué el guevo.

–Epa, pana -2 cachetadas suaves- despierta. Abrió los ojos y me volvió el alma al cuerpo.
–¿Qué pasó?
–Te desmayaste. –Se tocó el cachete donde le había pegado, lo tenía rojo, yo creo que hasta unos vasitos le rompí.
–Me diste duro.
–Bueno tú me dijiste que te pegara duro. –El botones se puso el pantalón y se fue y yo me quedé con el guevo prensado. Me fui a duchar.

A mitad del baño oigo que tocan fuerte la puerta, me imagino que estarían tocando desde hace rato, salgo mojado y me pongo la toalla pensando que esta vez si es Tomás, pero no. Es Laura, la que se coge Ernesto –Suena feo eso, pero es que Ernesto sólo la quiere para eso, es mi amiga, pero está un poco engañada-.
–Hola, ¿puedo pasar?
–Eh si, bueno pasa. ¿Pasó algo?
Me arrancó la toalla y me lo agarró, más bien me lo apretó.
–Entonces es verdad que lo tienes grande, muy grande, que divino, quiero probarlo.
–Eh, ya va Laura, espera ¿qué te pasa?
–No te hagas el gafo, sabes a lo que vine.
–Si, pero, soy gay no sé si te acuerdas. -esta conversa se llevaba a cabo forcejeando intentando que no me besara.
–Lo sé, eso me excita, anda métemelo. ¿tú le has visto el pipí a Ernesto? –Esta dijo pipí, así que Ernesto lo tiene chiquito, nunca me lo hubiese imaginado.  –Eso no me hace cosquillas pero esto me va poner a gritar.

La agarré por los hombros y la separé.
–Ya va, ya va Laura. ¿Te tomaste algo? ¿estás drogada?.
–Un poquito, una cosita así de talquito –medjo juntando los dedos pulgar e índice como si fuese una pizca lo que se metió.
 Me sorprendí y la solté. Ella aprovechó y me empujó a la cama y comenzó a mamarme el guevo. UNA MUJER MAMÁNDOME EL GUEVO, nunca me lo hubiese imaginado. Me quedé quieto por un instante pero luego reaccioné.
–YA LAURA VETE PARA TU CUARTO Y DATE UN BAÑO PARA QUE SE TE PASE LA TRONA.
Me dio una cachetada pero bien dada, no sé si fue como la que le dí al botones pero coño me dolió. Agarré la toallla, me la puse y la saqué del cuarto. Cuando abrí llegaba Ernesto -lo que faltaba.
–¿Qué haces tu aquí? –le dijo Ernesto a Laura.
–Nada que te importe maricón.
–Déjala ir, entra que quiero hablar contigo. –metí a Ernesto en mi cuarto.

–Marico, no sabes la discusión que tuve con esa perra hace un rato. –Me decía Ernesto. –Me insultó me dijo poco hombre, que no sabía tirar, que lo tenía chiquito, que con eso no hago feliz a nadie.
Estaba escuchando eso y me sentí mal por Ernesto, que nos digan eso nos joden.
–No le hagas caso estaba drogada, ella vino para acá ida.
–¿Y a que vino?
Me quedé callado unos segundos sin saber que decirle, pero le dije.
–Vino a que me la cogiera…La cara de Ernesto era un poema.
–Pero si ella sabe que eres gay.
–Si pues…
–¿Y que pasó? –Ernesto ya estaba preguntando mucho.
–Me lo mamó e insistía que me la cogiera.
–Quítate la toalla. –Yo me quedé paralizado. ¿Y este que querrá?
Me quité la toalla. –Marico…rolo e guevo que te gastas, con razón vino para acá diciéndome que en la universidad te decían Rasputín, por la verga que tienes.
Me dijo eso y me inflé como un globo. –¿Ah sí? No sabía.
Ernesto se bajó el short y me enseñó su pipí.
–Mira el mío. ¿a ti te parece que es pequeño? No lo veas con el tuyo porque de bolas que salgo perdiendo, pero dime.

Tenía su guevo frente a mi, era hermoso, un prepucio con el tamaño exacto, una vena que recorría desde la base hasta su cabeza. No, no era un pipí chiquito, estaba bien –Se lo estaba parando para que viera-.
–Coño dime algo, ¿te lo quieres mamar no joda?
Reaccioné y le dije –No chico, tienes buen tamaño, admás tu te has tirado a media universidad, ¿alguna caraja se que ha quejado? Más bien has repetido. ¿te vas a preocupar por lo que diga una sola? Y Laura que también se las trae, que es como yo en la universidad. Deja la angustia.
Tienes buen guevo y bello.
–Deja la vaina. –se subió el short. -Mama guevo bien.
–Si…-le dije y nos reímos. Ernesto se fue y me tumbé en la cama.
Volvieron a tocar la puerta.
–Ay no, ¿ahora qué?, que ladilla… -Era Tomás

–Chamo desde hace un par de horas que estás viniendo.
–Me quedé  dormido.
Lo abracé y comencé a meterle mano y besarlo. Se me paró
–No, no, no vine a eso.
–“Hoy me va a dar cojonera”-Pensé.

–Es que..tú me gustas desde hace tiempo.
Tomás me dijo eso y me dio una piquiña por todo el cuerpo. -¿Tú estás claro a quien le estás diciendo eso? ¿Sabes dónde te estás metiendo?
–Si..pero me gustas, me atraes y ¿qué hago?
Tomás hablaba y yo quería sacarlo del cuarto–No chamo no, no te me vayas a declarar yo no quiero novios, si quieres te cojo o me coges pero hasta ahí.
–No pensé que fueras tan básico y elemental.
–Pues sí, lo soy mi pana, esto es lo que hay. Yo no quiero novio, quiero estar soltero disfrutar, tirarme a quien sea, salir, entrar cuando me dé la gana sin dar explicaciones.
–Te vas a quedar solo pensando así.
–Ese es mi peo. Y si no viniste a tirar, vete.
Fui un grosero con Tomás que no se lo merecía pero cuando me hablaban de amor me entraba el demonio.

Esa tarde quedé agotado y ahora también. Les escribo pronto.

1 comentario:

  1. No estaba tan pelado yo!... jejeje al carajo le gustaba!!!... pero bueno... que mas se hace... vamos a ver como sigue la historia... ;)

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