Guerra de cuaimas 1.
Rogelio estaba en la oficina del local de comida rápida que regenta,
montando con su asistente el horario para la nueva semana de todo el personal.
Su mente estaba dispersa y varias veces tenía que volver a leer y corregir el cronograma.
En un descuido su mente despegó. Sonó su celular.
–<<Hola Rorro, ¿cómo estás?
–<<Hola mi amor, estaba pensando en ti, me haces mucha falta
Darío, quiero estar contigo>>
–<<Mi amor creo que va a ser más pronto de lo que piensas, te
tengo buenas noticias. Le pedí el divorcio a Bertha y le conté todo>>
Un silencio de varios segundos.
–<<¿Me escuchaste Rorro?>>
–¿Me estás oyendo? Rogelioooo, mira, ¿qué vamos a hacer con el día
feriado?
Rogelio salió de su ensimismamiento. –¿Ah? Si, ya te digo.
Sonó su celular, era Darío.
–¿Me puedes dejar solo un momento? Tengo que atender esta llamada, ya
seguimos.
–<<Hola Rorro, ¿cómo estás?
–<<Hola mi amor, estaba pensando en ti, me haces mucha falta
Darío, quiero estar contigo>>
–<<Mi amor creo que va a ser más pronto de lo que piensas, te
tengo buenas noticias.>>
–<<¿Te vas a divorciar de Bertha?>>
–<<No…no es eso. El domingo creo que nos podemos ver todo
el día, es lo más seguro>>.
–<<¿Y cómo te le vas a escapar a la cuaima?>>
–<<Le voy a decir que voy a casa de mi mamá que es cierto, pero
le dejo unas cosas, estoy 5 minutos y me voy>>
–<<Pero seguro que ella va a querer ir>>
–<<No vale, ella no le gusta visitar a sus suegros. El sábado
voy con ella a la playa>>
–<<Que lindo, haciendo cosas de marido y mujer. ¿A qué playa
van?>>
–<<Deja la vaina Rorro, vamos a Palma Sola, nos vamos
tempranito>>
–<<Que les vaya bonito pues>>
–<<Te quiero coger>> -Le susurró por el celular.
–<<No me lo digas así que me pongo mal>>
–<<Chao, besos, cuídate>>
Sábado 7 de la mañana, estaban recogiendo las cosas que se iba a
llevar para el día de playa.
–¿Llevamos unos sanduches o un atún para comer algo en la playa? Las
cervezas las compramos en el camino.
–Ay no mi amor, yo no me voy a poner a preparar eso ahora, compramos
en los quioscos de ahí.
–Vida pero es para ahorrarnos ese dinero.
–Mi amor, no te pongas tacaño, estás ganando dinero ahora, no pichirrees.
–Esta bien, no vamos a discutir por eso.
–¿Y te vas a poner ese traje de baño?
–Si, ¿que tiene de malo? Siempre me pongo este o los otros 2.
–Se te marca mucho y después te andan viendo.
–Jajajajaja ay Bertha si hablas guevonadas.
–Póntelo, póntelo, póntelo para que veas en el espejo.
Se puso el traje de baño y se colocó frente al espejo grande que
tienen en la habitación de cuerpo entero.
–Mira eso, se te ve más grande de lo que lo tienes.
–¡Ah gracias!, Pero me lo acomodo así y ya no se ve, mira. -Se acomodó
el pene hacia abajo ocultando un poco el bulto.
–No me gusta, lleva un short
–Mi amor pero siempre he usado esto contigo, ¿ahora te vas a poner con
esas tonterías?
–Haz lo que quieres, mi opinión nunca es relevante para ti.
Llegaron a la playa, pidieron un toldo y un par de tumbonas.
–Me dejo el short puesto y cuando vaya a la playa me lo quito,
¿contenta?
–Si, bueno está bien. Por fa échame crema en a espalda.
–No puedo creer que este niño haya venido a esta playa, cientos de
playa en toda la costa y se va a antojar esta.
Darío levantó la mirada y vio a Rogelio acercarse con un par de
amigos. Se sonrió.
–Este carajito es una vaina, sólo vino a ver que hacía yo con
Bertha jajaja.
–Hola Bertha, ¿cómo estás?, Hola
Darío. -Se abrazaron. –No te podías quedar en tu casa esperando ¿verdad? Tenías
que venir. Eres una cuaimita –Le dijo Darío a Rogelio al oído. Se separaron y le
sonrió.
–Unos amigos, Yesenia y Joaquin.
–¿Y eso? Que viniste a esta playa?
–Uy yo vengo siempre Bertha, me la paso aquí. Nosotros estamos en
aquel toldo el naranja, si quieren nos mudamos al lado de ustedes.
–No, no queremos Rorro, tranquilo. –Bertha le sonrió pero Darío les
dijo que si.
–Sabes que no soporto a Rogelio y vas y le dices que se venga para
acá.
–Bueno, es mi amigo, así conversamos con gente.
–¿No puedes conversar conmigo? ¿no podemos tener nuestra luna de miel?
ya que no tuvimos una como tiene que ser.
–¿Quién te dijo que no la vamos a tener? Ya cambié los boletos,
tenemos fecha para final de mes.
Bertha lo vio a los ojos sin decirle nada y luego lo abrazó. –¡Estás
perdonado, que bello amor nos vamos a Italia!
Tanto los amigos de Rogelio como los esposos estaban juntos. Darío se
le acercó a Rogelio para comentarle algo.
–¿Quién es ese carajo? ¿No te lo estarás tirando?
–Pues sí, ¿qué pensabas que te voy a esperar por siempre?, yo también
necesito sexo, tú lo tienes con tu esposita yo no tengo a nadie.
–No me eches esa vaina, no te estás acostando con él.
–Estoy en mi derecho de tirarme a quien quiera, me voy a caminar.
–Ya va, ya va, no te vayas. –Le gritaba en voz baja, pero igual Rogelio
se fue por la orilla.
Darío se quitó el short para entrar al agua.
–Me voy pa’ la playa. Joaquin se le quedó viendo la entrepierna,
mientras se acomodaba el traje de baño y se echaba bronceador. Cuando se fue a
la orilla regresaba Rogelio que entró de una vez al agua.
–¿Serías capaz de cogerme aquí mismo, en el agua? –Metió la mano
debajo del agua y le apretó el pene y las bolas.
–Rorro suelta que se me va a parar y no voy a poder salir.
–Eso quiero que se te ponga duro.
–Rogelio, suelta
–No. –Ambos estaban mirándose a los ojos sin estar pendientes del
entorno.
–Ya lo tienes parado, ya no puedes salir así, cógeme.
–Suelta Rorro.
–Te dijo que lo soltaras, ¿no oyes?
Ambos voltearon a ver quien era la persona que había hablado.
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