domingo, 31 de enero de 2016

SEXORAMA. Sexo a la italiana.


Hace algunos años cuando era estudiante, cursaba la clase de italiano que era obligatoria para mi carrera, ahí conocí a un chico; bajo, simpático, de cabello castaño, a quien le costaban los idiomas, por lo que se acercó a mi con el fin de que lo ayudara a estudiar para el examen próximo. Quedamos de encontrarnos y decidimos pasar el fin de semana en una cabaña cerca del campo, donde podíamos estudiar sin que nadie molestara. Hasta ese momento todo era normal.



Nos fuimos a la cabaña a estudiar y repasar los verbos, los tiempos y frases, hasta que al caer la noche, decidimos dormir temprano para aprovechar todo el día siguiente.  La noche empezó a enfriar y cada uno en sus respectivas camas se quejaba del intenso frío, por lo que, sin malicia alguna, le indiqué a Enrique que si quería se pasara a mi cama para que estuviéramos más calientes, él, sin pensarlo, de un salto pasó a mi cama con su colcha.  De pronto me dijo –con permiso, es que tengo mucho frío- y me abrazó.  Yo no lo tomé a mal pero cuando nuestros cuerpos comenzaron a calentarse, él decidió quitarse su pantalón y quedar en calzoncillo, yo hice lo mismo, porque ya estaba caliente mi cuerpo.  De pronto empecé a sentir como su bulto se ponía duro y me lo apretaba contra mis nalgas, por lo que delicadamente metí la mano bajo las cobijas y como él dormía, al menos así creí yo, empecé a acariciarlo. Que pene más enorme, medía al menos 20 centímetros y era medianamente grueso, nunca creí que un chico como él fuera el dueño de semejante hermosura.  Él se acomodó mejor por lo que empecé a bajar su ropa interior suavemente, hasta poder observar, con la poca luz existente, la maravilla de ese pene que pedía guerra y quería ser complacido.



Yo, sin pensarlo y aprovechando ese momento, llevé mi tibia boca hasta la cabecita de su pene y empecé a mamarlo con delicadeza pero con excitación a la vez.  Él empezó a moverse y gemir, su pene recto, blanco, caliente y delicioso empezó a llenar mi boca hasta quedar sumido en mi garganta, situación que acepté complacido pues me tenía excitado y lo deseaba.  Entonces comenzó a tocar mi pene caliente y duro y me quitó de forma rápida mi ropa interior, al quedar los dos desnudos nos empezamos a besar y acariciar, y eso fue un rotundo placer, sus besos eran apasionados, calientes y su lengua jugaba furiosa con la mía.  Empecé a besar su cuello, sus tetillas, él se retorcía y gemía de placer, me separó de sus tetillas e hizo lo mismo conmigo, yo estaba en el cielo con sus sabias caricias, me fue chupando la piel hasta llegar a mi pene, que mamó con suavidad y delicia, chupó mis bolas y luego abrió mis piernas y empezó a mamar mi ano, yo ya no resistía más, por lo que lo separé,  me coloqué en posición contraria a mi e iniciamos una ardiente lucha de lenguas y penes, casi hasta el orgasmo.  Quise devolverle el favor, lo coloqué en 4 y le chupé furioso su ano, lo que lo hizo gritar de placer y me pidió que no más porque se iba a correr, se acostó boca arriba, de la mesa de noche sacó lubricante y me pidió que lo cabalgara.  Mientras lo besaba, fui moviendo rítmicamente mi cuerpo, pensando que no podría comerme esa enormidad de pene, pero en mi excitación lo deseaba, quería ser suyo y que él fuera ese hombre que me diera su masculinidad dentro de mi cuerpo.  Poco a poco, con circulares movimientos fui introduciendo ese monumento y mi ano caliente se fue adaptando a él, hasta sentir su pubis velludo rozando mis nalgas. Lo había logrado, él era mío y yo suyo.  Comencé a subir y bajar lentamente, disfrutando su delicioso pene dentro de mi ano, el placer era indescriptible, no podía imaginar como esa enormidad de pene penetraba mi caliente y rosado ano, sediento de placer.  De pronto, sin sacar su delicia de miembro de mi cuerpo, se agarró de mis caderas y con valiente fuerza me dio vuelta, pasó sobre mi y me colocó de espaldas a la cama, colocó mis piernas sobre sus hombros y empezó a mantener su ritmo, mientras me besaba ardientemente, pasaron algunos minutos y yo sentí como mi ano palpitaba, deseoso, caliente, complacido y cómo él comenzaba a jadear y gemir más fuerte.  Ya no soportaba más, nunca había sentido tanto placer con un hombre, pequeño de estatura pero grande de poder carnal.  Él empezó a jadear, yo lo seguía con mi ritmo y de pronto entre gritos y espasmos, derramó su precioso líquido dentro de mí, caliente, exhuberante y yo le seguí, mi leche empezó a salir copiosa, bañando nuestros pechos, entre gemidos y espasmos.  No quise que sacara su  pene de mi cuerpo, ambos estábamos calientes y aún erectos, por lo que suavemente empezamos a tomar el ritmo y repetir la acción.  Fueron dos orgasmos cargados de placer y deseo.  Al final nos dormimos abrazados.  Al día siguiente no pudimos estudiar mucho, pues cada cierto tiempo yo volvía a ver su bulto y esto lo excitaba, por lo que debíamos volver a la habitación a continuar complaciendo nuestro deseo.  Lo hicimos al menos seis veces más.  Desdichadamente ambos ganamos el curso de italiano y nunca más lo volvía a ver.

Relato cedido gentilmente por Armando.

miércoles, 27 de enero de 2016

SEXORAMA. Podía sentir el olor a canela.


Podía sentir el olor a canela, mientras mi mirada se perdía entre las llamas de las velas. Era una noche fría, donde el viento se hacía sentir y golpeaba con fuerza las ventanas del apartamento. No tardaron en caer gotas del cielo y en cuestión de segundos, el pueblo estaba sumergido entre la lluvia. Acaricié a mi pequeño gato quien estaba sentado a mi lado, cerré los ojos y me recosté en el sofá, entonces, cerca de quedarme dormido, mi vecino entró al apartamento. Ninguno de los dos dijo nada, pero él caminó decidido hacia mí.
     De pronto sentí sus manos grandes acariciando mis piernas, subiendo hasta mi cintura para detenerse en mi pecho. Su lengua comenzó a girar alrededor de mis pezones, mientras su barba raspaba mi costado. Sus grandes dedos jugaban con mis vellos, y su boca, terminó en mi cuello. Mis manos ansiosas por querer acariciarlo comenzaron a desabotonar su camisa. Mi lengua se hacía agua sólo de imaginar el sabor de su piel, en mi estómago renacieron un grupo de mariposas mutantes, y mis piernas, no dejaban de temblar.
     Sostuvo mi rostro entre sus manos, me miró directamente a los ojos y sonrió de medio lado, acercó su boca a mi oído y entre un hilo de susurro, me dijo que estuviera tranquilo, que había deseado ese momento tanto como yo. Al oír eso, mi piel se erizó, y cierta calentura recorrió mis venas. Los latidos de mi corazón se pronunciaban firmes, fuertes y consistentes, haciendo fluir mi sangre a toda velocidad. Metió su mano en mi rapa interior y sintió la presión de mi erección, masajeó mis testículos, agarró mi glande y lo cubrió con la punta de sus dedos de mi líquido pre seminal. Sacó sus manos, y me otorgó el honor de bajar su pantalón, para darme la sorpresa de un pene de diecinueve centímetros, marcado a la perfección. Bajé por su pecho velludo y me puse de rodillas. Abrí mi boca lo más que pude y la metí a toda profundidad. Sus gemidos me llevaban al éxtasis, y ya hasta se podía ver mi pene lubricando y goteando hacia el piso como una telaraña.  Mi lengua recorría sus testículos, que eran como grandes duraznos, subí por el borde de su pene y terminé en torno a su glande, apenas entré mordiendo su prepucio. Me agarró por los brazos y me acostó en el sofá, terminó de quitar mi pijama y sentándose en el suelo, abrió mis piernas y comenzó a darme sexo oral. La profundidad de su garganta hacía desaparecer mi pene y sólo dejaba a la vista mi vello púbico pegado a sus labios. Lo sacaba una y otra vez, en momentos con mucha fuerza, tanto así que tuve que detenerlo, porque estuve cerca de eyacular. Subió hasta mi rostro y comenzó a besarme, su lengua iba al paso de la mía, y nuestra saliva se hizo una. Me dio la vuelta y mientras deslizaba su lengua por mi espalda, me iba arañando con su barba. Finalmente llegó a mis nalgas, las separó e introdujo su lengua en mi ano. Lamía una y otra vez, bajaba desde mi ano, a mis testículos, y seguidamente a mi pene. Era realmente fantástico. Me giró con fuerza, me colocó boca arriba, y abriendo sus piernas sobre las mías, empezó a meter mi pene en su hoyo, luego de haberlo llenado con suficiente saliva. Una vez que estuve dentro de él, pude sentirlo caliente. Mientras lo penetraba, agarraba sus glúteos completamente velludos, y así estuvimos un buen rato. El sudor de su frente, comenzaba a caer sobre mi pecho peludo y sus besos, estaban cada vez más mojados. Terminó colocándose de pie y poniendo su pene frente a mi rostro, comenzó a masturbarse al igual que yo lo hacía, mi boca se abrió para que mi lengua mojara la punta de glande, y entre sudor, una respiración acelerada y gemidos voraces, ambos nos corrimos al mismo tiempo. Yo sobre mi pecho y él sobre mi boca. 

Relato cedido gentilmente por un amigo.

jueves, 21 de enero de 2016

Final de Temporada. MALAS INFLUENCIAS. El tormento de Tomás.


El pana Bruce me puso a mamar su güevo ahí, sentado en la butaca. Dejé que manejara la situación y me movía la cabeza para que me metiera todo en la boca.


–¿Tú venías a consulta o tirar? –Me saqué el gúevo y le respondí.

–Vine a consulta pero ahora quiero que me cojas. –Me empezó coger por la boca dándome duro hasta que se detuvo.

–Vámonos a un hotel.  Le digo a la secretaria que cancele mis citas.



Agarró su maletín mientras se arreglaba el pantalón, cogió las llaves del carro y salió.

–Octavia, cancela todas mis citas de hoy, se me presentó una emergencia en casa. Buenas tardes a todos y disculpen, tengo una emergencia familiar, programen una nueva cita. Señor François, mil disculpas sé que es su primera cita. –Salió del consultorio y me esperaría abajo mientras yo anotaba otro día para la consulta. El hombre moreno y su esposa no estaban cuando salí.

–Disculpe señorita, ¿y la pareja que vino para acá? El moreno alto.

–Ellos se fueron cuando usted entró también se les presentó un inconveniente.

Salí del consultorio y bajé a planta baja, no lo vi y lo llamé por el celular.

–<<¿Dónde estás?>>

–<<Nos vemos en el hotel L’country, estaciona en el centro comercial y me buscas en la calle, estoy en una Tacuma roja.>>



Mientras estacionaba recibí un mensaje de Jack.

–<Y pensar que este te iba a solucionar los problemas, vas a tener que buscar otro psicólogo>

–<No sé de que hablas> -Le puse para ver hasta donde llegaba su vigilancia.

–<Vas al hotel que está frente al CC donde estacionaste. Cuídate, mosca con ese tipo, no es de fiar>



Me monté en la camioneta de Bruce.

–Te voy a echar una cogida que no vas a olvidar.

Justo antes de entrar, la moto que me estaba siguiendo desde que salí de mi casa pasó frente a nosotros. No sé a quien miraba de los dos, pero hizo un gesto con los dedos índice y medio de te estoy vigilando que me dio susto.

–¿Tú conoces a ese tipo? –Me preguntó.

–No…¿y tú?

–Tampoco, entremos.



Llegamos a la habitación y lo primero que me dijo fue que nos ducháramos. Cuando estábamos en la ducha que abrí las llaves me dijo que me agachara. Puse las rodillas en el piso y comencé a mamar pero no era eso lo que quería. Me agarró del cabello y me echó hacia atrás la cabeza.

–Quiero orinarte. -Comenzó por el cuello y bajó al pecho para luego subir a la cara

–Abre la boca. -Me la inundó con su orina, la escupía y volvía a llenarme. Cuando ya estaba terminando de orinar me la echaba en el pecho y en la cara.

–Me gusta que sean así bien putas y se dejen hacer lo que quiero. Tírate en la cama.



Se secó las manos con la toalla y buscó en su maletín el lubricante, condones y una bolsita transparente con polvito blanco. Se puso un poco en el espacio que hay entre el pulgar y el índice y lo aspiró, se volvió poner y me lo dio a mi.

–No, yo no uso drogas.

–No te estoy preguntando inhala, dale. –y me pegó la nariz a su mano y lo hice. De inmediato me puse eufórico y agitado, quería que me cogiera ya. Se pusso el condón y me lo metió de una, no sentí ni dolor ni ardor. Lo metió y comenzó a cogerme con un ímpetu y una fuerza que me estaba volviendo loco. Yo en 4 y él casi de pie sobre la cama metiéndomelo, me daba nalgadas, a ratos lo sacaba y lo volvía a meter de inmediato, lo volvió a sacar y me lo metió en la boca con todo y condón, sabía a vainilla. De nuevo me lo metió y siguió dándome durísimo y rápido.

Me volteó y me tiró en la cama para cogerme de frente poniendo mis rodillas entre mi cabeza, se puso sobre mi y volvió a ponerse salvaje.

–¿TE GUSTA AH, TE GUSTA PERRA? -Una cachetada bien dada. –DIME TE GUSTA ESE GUEVO PERRITA, ¿TE DOY MÁS DURO?

–Me gusta, dame duro párteme ese culo pues,  cógeme. -Otra cachetada.

–ASI ME GUSTA QUE TE PONGAS PERRA Y PIDAS GUEVO –Otra cachetada

Y así como media hora y el hombre no acababa, yo tampoco. Pero al rato se detuvo y me vio a los ojos.

–TE VAS A TRAGAR MI LECHE PERRITA, ABRE ESA BOCA. –Siguió empujando unos segundos más y lo sacó, se quitó el condón y se puso de pie con sus piernas en mis costados. Se masturbó apuntando su guevo a mi boca y aquel lechero me bañó la cara, probé de su leche, se agachó y con su mano me quitó el exceso de la cara y me puso a chupar sus dedos.

–Bébetela toda perrita que ahora te voy a coger, la verga la tengo tiesa



Me sacó de la cama y me arrodilló de nuevo para orinarme. Me levantó  y me pegó contra la pared y me volvió a coger, esta vez sin condón Otra media hora cogiéndome hasta que acabé yo. Siguió por un rato más y luego me metió al baño para seguir ahí. Cuando acabó se tumbó en la cama y quedó rendido.

Busqué entre sus cosas un analgésico, le vi ibuprofeno y me tomé dos con un poco de agua del lavamanos. Me duché y me vestí. Bruce seguía durmiendo, agarré la bolsita de coca y me la llevé, salí del cuarto  para buscar mi carro.



Cuando se me pasó el efecto de la droga, me comenzó el dolor en el culo y eso que me había metido 2 pepas. Me tumbé en la cama y no supe de mí hasta que en la mañana del sábado recibo una llamada. Era Tomás, la cabeza me iba a estallar.



Me dijo que por favor nos viéramos porque de verdad necesitaba hablar conmigo, que era urgente, le dije que viniera a mi casa. Me metí a duchar con agua fría y caliente a ver si se me bajaba el dolor de cabeza, comí algo y me tomé otro analgésico. Mientras esperaba a Tomás me tomé 3 cervezas, luego me serví un ron.

Una hora después llegaba Tomás y yo me estaba sirviendo el tercer trago de ron.



Le abrí la puerta y mi cara debía estar desencajada porque Tomás me vio y se impresonó.

–¿Estás borracho? ¿Estás bebiendo?

–Deja la guevonada, apenas llevo 3 rones, ¿quieres uno?

–No…no, François, vine a hablarte de algo serio y te encuentro así. -La verdad es que no estaba ni siquiera tambaleándome de la rasca pero sí, no estaba con mis 5 sentidos.

–Coño siéntate y cuéntame que yo te escucho, ah, antes de que hables, déjame mostrarte algo. Busqué el celular y le mostré la foto de Alberto. Tomás abrió los ojos como platos y la cara se le puso roja y comenzó a llorar sin esfuerzo.

–Para que veas que todos los gais son unas putas, no puedes confiarte de naaaaaadieeee. Me lo tiré aquí mira, aquí en este sofá, me peló ese culo.

–Eres una basura François, contigo no se puede hablar y menos en ese estado. ¿pero qué clase de amigo eres tú que te vas tirando a los novios de tus amigos?

–AAAAH QUE EXAGERADO, sólo me he cogido a Alberto. No joda, las gracias me deberías dar por abrirte los ojos y vieras la clase de puta con la que te empataste.

–Aquí la puta eres tú –Me empujó y me sentó en el sofá.

–GRAN GUEVONADA MARIQUITO DIME ALGO QUE NO SEPA. –Y lo dijo.

–TENGO VIH FRANÇOIS.

–Mierda…-fue lo primero que pude decir. –¿Y te lo pegué yo? ¿Por eso me odias?

–¡Vete a la mierda François!

–Ya va, ya va, coño, no me dejes así ¿QUÉ COÑO PASÓ? ¿Fue Alberto?

Tomás no aguantó más y se echó a llorar y lo abracé.

–Ya, ya, cálmate, cálmate Tomás. –Lo senté en el sofa y le pedí que me contara.



Alberto nunca usó protección con Tomás, pues le dijo que estaba sano y siempre lo mareó con el exámen pero le decía que él siempre se protegía, le dije que como sabía  que era Alberto y me dijo que sólo había estado con él y conmigo. Le dije que me iba a hacer de nuevo la prueba para que estuviese tranquilo y le dije que con Alberto había usado condón.



–Tomás, Tomás óyeme, deja la angustia ¿sí? No te vas a morir no estés pensando en eso. Vamos a ir a hacerte el examen confirmatorio y luego al médico para que te haga todos los análisis que necesites ¿ok?. Yo te voy a acompañar.

–Tengo miedo François.

–Te entiendo, tienes miedo porque no sabes nada del vih. Lo primero que tienes que hacer es decirle a Alberto y que se haga los exámenes él también -A todas estas la borrachera se me había ido pal carajo, pero quería más alcohol.

Tomás dio un gran suspiro y luego habló ¿Y ahora cómo le digo esto a mis papás?

–Ya va, vamos por partes, primero vamos a ver que es lo que pasa con los exámenes, que te dice el médico y luego le cuentas cuando ya tengas todo claro, decirle ahora es como lanzarse al vacío, así que espera.

–Esas vainas serán costosas, la consulta, los exámenes , las medicinas.

–Bueno las medicinas las dan gratis, eso lo sabes, lo hemos visto, tiene que ir a un hospital para que te hagan las pruebas y entres en el plan para que te den los medicamentos si es que ya los necesitas pero primero vamos a consulta privada y hacerte los exámenes que tengas que hacerte, yo te ayudo.



–Imbécil ese Alberto y guevón tú por confiar, culpa de los dos. –Le dije.

Luego que se calmó un poco, desayunamos, se metió en la computadora a buscar información pero le dije que parara porque se estaba saturando de información y no iba a saber procesar todo eso.



–Yo que me la daba de correcto, serio, cuidadoso con todo ese tema, va y me pasa a mí.

–A lo mejor es un aprendizaje, te toca vivir esta experiencia.

–¿Y por qué tú no tienes vih? Las posibilidades contigo se multiplican por mil.

–Oye vale, gracias. Voy a pasar por alto ese comentario estúpido y responderte. El vih o cualquier enfermedad venérea es como la loteria, puedes jugar toda la vida y no te toca pero a otras personas a la primera pum se lo ganan.

–¿Y que gané yo con esto?

–Ahora no lo verás, pero a la larga te darás cuenta que tienes que vivir tu vida más relajada, sin tanto control, ni planificacion, vive la vida con responsabilidad.  Valorarás más los pequeños detalles, te cuidarás más en tu alimentación, harás ejercicio. Yo, si, soy bien puta pero me cuido, no estoy libre de que me pase pero disfruto usando la cabeza, no te niego que a veces no he usado condón pero siempre, siempre hay que cuidarse así tires con un cura que también son bien putos. Ven acá y dame un abrazo.

Tomás me abrazó fuerte.

–Gracias por apoyarme en esto.

–Tranquilo, estoy contigo y no te voy a dejar solo.



No pude aguantar las ganas de llorar, pero tragué grueso y dejé correr las lágrimas mientras aún abrazaba a mi amigo.

miércoles, 20 de enero de 2016

MALAS INFLUENCIAS. El sexo me persigue.


Alberto no paraba de enviarme mensajes suplicándome no decirle nada a Tomás, ya me tenía con las bolas acatarradas. Al despertarme al día siguiente, mi desayuno fueron 4 mensajes, 3 de Alberto con lo mismo y uno de Ernesto.


–<Epa guevón buenos días, ¿puedo acercarme a tu casa?> -El mensaje era de las 7 de la mañana, eran las 8.

–<Epa, si vente y desayunas conmigo>

Me duché rapidísimo y me fui a la cocina a montar unas arepas pero en el Tostyarepa, saqué pavo, queso amarillo, para rallar, jugo, mantequilla y cheez whiz. Saqué uno huevos para hacer revoltillos o fritos a gusto del visitante.

Llegó Ernesto y me ayudó con lo que faltaba para sentarnos a  desayunar.



–Tengo que contarte una vaina. -Yo y mi encanto de atraer a la gente que me quiere contar sus problemas.

–¿Qué pasó?.

–Es queeee…con el carajo que estoy saliendo, ¿sabes? El que conociste el día de la marcha de los gais.

–Marcha gay Ernesto, tú también eres gay, aja ¿que pasó con él? ¿te dejó?.



–No, no, es que llevamos varias semanas que nada de nada, bueno, yo…no se me para, entonces me he tenido que dejar coger, pero es que no se me para ni un poco.

–Esas cosas pasan.

–¿Desde hace casi 3 semanas? Todos esos días?.

Me sorprendí con lo que me dijo y me contó que se había visto con otro tipo por Grindr y tampoco funcionó. Realmente estaba preocupado y le dije que fuera a un Urólogo para descartar o simplemente tendría un bloqueo , no aceptación de ser gay, no sé.



–¡No chamo! ¿Qué Urólogo? A mi se me para en las mañanas, lo tengo duro cuando me levanto. –Me dijo eso y se me paró el guevo, ya lo mío es patológico. Hoy cuando vaya al Psicólogo en la tarde necesitaré horas para contarle todo lo que me pasa.

–Ah bueno, entonces la vaina no es física, hay otra cosa. –Ernesto se me quedó viendo a los ojos.

–¿Qué pasa? ¿ Que tengo?. Mámame el guevo y si se me para te cojo, quiero probar.

–¿QUÉ? -Dije “que” para extender la conversa pero mi güevo ya no me cabía en el boxer. Ernesto se bajó el pantalón para que se lo mamara…y bueno, me agaché. Comprobé que no tenía problemas de erección pues aquel guevo crecía en mi boca. Me lo tragaba, se lo mojaba bien de saliva, le lamía el glande y recorría mi lengua hasta sus bolas. Cuando me las metí en la boca, Ernesto me  detuvo.

–Pélame ese culo que te quiero coger. –Sacó un condón de su pantalón y yo me eché saliva en el culo y en su güevo. Me apoyé en el mesón y él se levantó de la silla. Me abrió las nalgas y comenzó a meterlo.

–La verdad que impotencia no tienes.

–Y tu culo está divino guevón.

–Dale duro pues, a ver si ese guevo aguanta.



Ernestó me agarró por los hombros y comenzó a darme duro, a ratos lo sacaba y volvía a meter.

–¿Te gusta ese culo?

–Uf chamo, rico ese culo, marico se siente divino ahí adentro. –Le apreté el guevo –¿Y ahora?

–Waaao, coño. Tu eres bien puta ¿no?

–Estabas tu chiquito –Se lo volví a apretar y ese hombre se corrió aferrándose a mis hombros y empujando como si quisiera entrar él en mi culo.



Se retiró. Me subí el boxer, él se quitó el condón y se subió el interior con el panatlón. Sonó el celular, el otro.

–¿Y ese celular? Un vergartario ¿qué haces con eso?

–Para cuando salga a la calle y si me lo roban no me angustie tanto.  <Buenos días fransuá, no te lo he dicho pero no sigas por ese camino del alcohol, te va a ir muy mal, cuídate, puedo ayudarte con eso. Jack>

<Jack yo todavía no entiendo porque haces todo esto, pero no quiero tenerte cerca de mi, siempre pasa algo. Te libero de toda responsabilidad>

–Chamo ¿y con quién te escribes? –me dijo, las manos me temblaban y lo único que pensaba era en alcohol, busqué una cerveza en la nevera.

–¿Va sa tomar una cerveza ahora?

–Me provocó. -Me la bebí de un golpe.



Ernesto no entendía porqué funcionó conmigo y con otros no, yo tampoco entendía pero no estaba en ese momento para analizar la situación eréctil de mi amigo.

–Yo creo que contigo hay confianza y química, disfruto el sexo contigo. -Ya llevaba 3 cervezas y Ernesto seguía hablando.

–Deberíamos empatarnos tú y yo.

–Deberías irte Ernesto, tengo cosas que hacer.

–Estás bebiendo como mucho ¿no? A ti no te gusta la cerveza.

Como pude saqué a Ernesto del apartamento y bebí 2 cervezas más, entré a Grindr, cuadré con un chamito de 21 años, tenía ganas de someter a un pasivo.

Cuando llegó a casa ya me había pasado al whisky, me lo cogí borracho, creo que hasta lo golpeé y le hice daño en el culo. No acabé y el chamo se fue, dicendo un poco de vainas que hasta el sol de hoy no recuerdo que dijo, yo también lo insulté.



Terminé  de beberme el trago y me metí a duchar, me vestí, tomé un café cargado con dos ibuprofenos y salí rumbo a la cita con el psicólogo. Recibí otro mensaje de Jack.

–<Ve con cuidado, te estoy vigilando. Jack>

Miré por el retrovisor y no vi a nadie y de repente una moto grande pasó a toda velocidad al lado de mi carro y se frenó 2 carros más allá, volteó y me saludó, el casco no me dejaba ver su rostro.



Llegué al consultorio “Dr Bruce Johanson” era el mismo nombre de la tarjeta que me dio mi mamá. Me puse a llenar mi historia, por ser la primera. Mientras la llenaba, llegaron 2 personas, una mujer y un hombre alto, moreno, que me llamó la atención, era papeado, la mujer era su esposa o novia, no sé, seguí llenando la historia, ellos hicieron lo mismo.



–Disculpe señorita,  ¿dode hay un baño?

–Salga del consultorio y a la derecha, al final del pasillo.

–Gracias. -Me fui al baño, me estaba orinando.

Ya en el urinario entró una persona, era el hombre que llegó con la mujer, pero se había quitado el saco.

–Hola…¿es primera vez que vienes a este psicólogo?

–Hola -Dije. –si, me lo recomendaron.

–Dicen que el tipo es gay, pero es muy bueno, tiene muchos pacientes.

Yo bajé  la mirada para verle el güevo. No estaba orinando, sólo se tocaba el guevo que lo tenía algo parado, y grande por cierto. Se guardó aquello y se fue a lavar las manos.

–Mi esposa me espera. Suerte.

El tipo me dejó con el guevo prensado y ni siquiera me lo vio ni intentó nada. Un calientapollas como dicen en España.



Luego de 45 minutos me tocó a mi, la secretaria me dijo que pasara. Entré.

El hombre hablaba por el celular, mirando por la ventana, se volteó y me dijo que lo esperara haciendo un gesto con los dedos. Cuando se volteó por completo seguía hablando por el celular y creo que con la esposa, decía mi amor y hablaba de los niños; otro enclosetado. Cuando me fijé en él sabía que lo había visto en algún sitio. Él levantó la mirada y cuando me vio a los ojos, abrió los suyos como plato y terminó la llamada. –Hablamos ahora cariño, tengo un paciente.



–Hola buenas tardes, ya nos conocemos, wao qué sorpresa.

–¿Ah si? Bueno si, no recuerdo de deonde pero tu cara me es conocida.

–Me mamaste el güevo en el baño del aeropuerto. –Mi cara debió ser un poema porque se rió.

–Pero relájate, tranquilo podemos terminar lo que empezó en ese baño. –Se acercó a poniendo frente a mi cara el cierre del pantalón que bajó lentamente.





Seguimos luego.

martes, 19 de enero de 2016

MALAS INFLUENCIAS. Las canitas de Alberto.


A la mañana siguiente, desperté temprano, los gemelos aún dormían y Humberto también, tenía una parazón y dolor de cabeza, no me cuadraba, busqué en la nevera una cerveza y me la bebí de un golpe, fui a orinar y se me calmó el muchacho. Me regresé a la cocina a prepararme algo para desayunar.


Ya desayunado me senté en la mesa del comedor con la laptop de Humberto bebiendo mi tercera cerveza de la mañana, eran las 9:30. Chequeaba mi correo. Contesté algunos mensajes.

Mientras leía pensaba en lo de ayer, me había dado la cola Jack, no sé quien es, no sé que hace, no le veo la cara pero esta vez lo tuve muy cerca, abrazado, lo poco que recuerdo es que es fuerte, hace pesas. Se me volvió a parar sólo de pensar en ese tipo que era todo un misterio para mi.

Moví la cabeza y volví a concentrarme en el mensaje que estaba leyendo, de pronto sentí dos manos en mis hombros que me sacaron de la concentración, era Humberto.

–¿Qué haces bebiendo a esta hora?

–Necesitaba una cerveza. ¿cómo estás? -Me levanté y le di un beso en la boca.

–Hay dos botellas en la cocina, ¿necesitabas 3?

–Tranquilo yo compro ahora.

–No, no es porque te las hayas bebido, te puedes beber todas, es la hora.

–Ay Humberto, son 3 cervezas, ya

–Ayer llegaste borracho, me dijo Caín.

Lo vi a los ojos y le dije que nos sentáramos a hablar. De nuevo eché el cuento desde el día del bonche.

Humberto no podía creer lo que estaba escuchando. Me repitió lo que dijo mi mamá que denunciara al “tal Jack” y le repetí lo mismo, me daba  miedo.



–¡François, te tiraste al hermano de Susana! ¿Y luego un rayo lo mató? Esto me lo cuentas y no te lo puedo creer, además la lluvia, ustedes teniendo sexo en el foso y donde enterramos a Susana…no…es algo tan retorcido y tan espeluznante. François, ¿en qué coño estabas pensando?.

–Hay algo no te he dicho.

–Ah coño, hay más.

–Jack me mandó a mi casa…la cabeza de…Susana. –Agaché la mirada y escuché que Humberto se levantó del sofá, se agarraba la cabeza, la sacudía se puso a llorar, maldijo, llegó hasta decirme que si no estaba yo involucrado en el asesinato de Susana.

–A ver…Jack me involucró, o sea, al mandarme…la cabeza me hice cómplice de todo esto tan absurdo.

–¿ABSURDO? ¿ABSURDO FRANÇOIS? La decapitación de una mujer y la muerte de una persona por un rayo que encima te tiraste y era mi cuñado, tú lo catalogas de absurdo. A mi todo esto me parece una atrocidad, una vaina del demonio, de una mente retorcida y estoy hablando de ambos, tanto el tipejo ese como tú, ambos son unos retorcidos. Bueno y si me voy más allá te tiraste a mis hijos que son menores, no te digo más.

–Llevo semanas sin poder dormir Humberto, semanas pensando en los muertos que tengo en mi conciencia, se me aparecen en las pesadillas. Bebo para olvidarme de eso y poder dormir borracho y no despertar ni pensar.

–¿Y tú crees que bebiendo vas a solucionar las cosas?

–No…pero…de momento duermo…-Arranqué a llorar, Humberto me abrazó y me calmó. –Tienes que ir u a un especialista, un psicólogo.

–Esta semana voy a uno que me facilitó los números mi mamá. –Seguíamos hablando abrazados, se me estaba parando el guevo y Humberto se dio cuenta y me soltó.



–Estás enfermo François, necesitas ayuda y cuentas conmigo para lo que quieras.

–Y con nosotros también –Dijeron los gemelos que bajaban las escaleras y se acercaron a saludarme, Caín me estrechó la mano y me guiñó el ojo, Abel me abrazó.



Los acompañe un rato y me fui a mi casa quería descansar, pero en realidad quería beber y antes de llegar a casa compré unas botellas. Al llegar a casa me serví un trago de whisky en las rocas, encendí la laptop y me tiré en el sofa de la sala.

Abrí mi Facebook, al ver a las personas que tal vez conocía, me sugirió a Alberto y lo invité. Y como si estuviera esperando que lo invitara, aceptó de una vez y me escribió.



Chateamos un rato y le dije que estaba solo en mi casa bebiendo y lo invité a tomarse unos tragos conmigo, no había pasado una hora y ya estaba llegando a mi casa.

Abrí la puerta y traía una botella de Coca Cola, 2 bolsas de maní, de merey y cotufas. Lo invité a pasar y le serví un vodka con naranja y puse en un bowl lo que trajo y nos sentamos en la sala. Brindamos y nos pusimos a charlar hasta que me hizo una pregunta.

–¿Y eso que me invitaste?

–No te hagas el gafo, que tú sabes para que te invité y sabes a que viniste. –Dejó su vaso en la mesa y se me vino encima a besarme. Comenzamos a desvestirnos.

–Chúpamelo. –Me dijo

Me lo metí en la boca, no era un pene grande pero estaba aceptable, lo tuvo él más complicado cuando le tocó meterse el mio en la boca.

–Coño, tienes un vergón.

–Si, que ese culito se va a comer todo.



Pero primero él me iba a coger, busqué condones y lubricante y le lancé ambas cosas, se puso el condón y le pregunté como quería cogerme.

–Ponte como lo disfrutes más. –Me puse en 4 sobre el sofá y me penetró. No tenía tamaño aquel guevo para lo que hacía Alberto, Dios, se movía como un experto, me daba nalgadas, movía las caderas, lo sacaba y lo volvía a meter, me apretaba las nalgas y las abría.

–Ahora ponte tú que te voy a coger.

–A mi también me gusta en 4. –Me dijo.

–Yo quiero que te acuestes mejor boca abajo.

Lo empujé acostándolo, me puse sobre él, le cerré las piernas y poco a poco fui metiendo mi guevo entre sus nalgas apretadas y sentía como su culo iba abriéndose, Alberto me decía que le dolía pero no le hice caso, seguí penetrando, penetrando, penetrando, hasta que mi guevo desapaerció dentro de su culo.. húmedo, caliente, estrecho, aquella cavidad te invitaba a quedarse ahí por siempre. Mientras me movía bebía  de mi vaso, hasta que no hubo más y tomé la botella. Le levanté el tronco y lo puse en 4 y así comencé a darle mientras bebía de la botella.

 Alberto se abría las nalgas para que le diera duro y se lo metiera completo. Lo volteé boca arriba y cuando lo volví a coger le dije que se masturbara, aproveché que tenía los ojos cerrados y le tomé una foto procurando que se viera la cogida y su cara. También se veía mi sofá así que era perfecto.



Alberto se corrió y yo saqué el guevo y el condón y le acabé encima. Se quedó unos segundos acostados y lo moví.

–Bueno, ve a ducharte y te vas..

–¿ya? Pero no nos vamos a quedar charlando?

–¿Charlando? – Me bebí otro trago de la botella -Te quería en mi casa para cogerte, más nada, anda al baño y lávate.



Regresó y se vistió. –Pensé que querías hablar.

–No chico, ¿de qué? Eres el novio de mi amigo ¿de que quieres hablar? De cómo le vas a decir a Tomás que tiraste conmigo?

–¿Tas loco? Será para que me mate. Mosca y tú le dices. -No hablé. –Marico, cuidado con una vaina, no me vayas a joder.

–Mmmm pero tú si puedes joder a Tomás que está ilusionado contigo.

–Tenemos días que no tiramos.

–Ay conchale te entiendo, estabas quesúo, dale, buenas noches Alberto.

–Mosca y no le digas nada por favor.

–Chaaaao. -Le cerré la puerta en la cara.



A lo mejor iba a ser peor el remedio que la enfermedad, pero había que salir de dudas.